Al ir en nuestro parejo en nuestro colectivo los deseos de recrear y la capacidad para la investigación, decidimos estudiar a fondo lo que fue la retirada francesa por el valle del Guadalhorce, en dirección a Málaga, durante el verano de 1812. El resultado de este trabajo fue difundido en los medios de comunicación, junto a otros que lo complementaron, entre septiembre y octubre de 2008, con el título genérico de “El combate de los Caracolillos nunca existió”. Fue una labor cultural llevada a cabo por Jesús Rivera, licenciado en Historia y en Ciencias Políticas, que lo dirigió, y Pepe Cano, fotógrafo experimentado y recopilador de documentos vinculados con Alhaurín de la Torre. Ambos contaron con la colaboración de Paco Solano, especialista en el trazado del camino que unía el antiguo camino del Puente del Rey con Alhaurín el Grande, y también de Santiago Sastre y domingo Adán. Por el valor que tiene en la actualidad, pese a no gozar de formato de libro, volvemos a recordarlo cinco años después para nuestros seguidores habituales.
No conformándose con los precedentes.
Extrañados con la definición
que Mersseman hacía en su libro sobre un combate librado en lo que hoy se
conoce como los “Caracolillos”; iniciamos la investigación revisando textos y documentos, para después realizar
un trabajo de campo en los lugares de los hechos, con el fin de contrastar las
informaciones en cuanto a lo que Mersseman describe como un combate de entidad,
cuyos datos, además de no ser concluyentes en su exposición, carecen de
anotaciones y citas de las fuentes a pie de página. Curiosamente, un hecho de
armas del que Mersseman escribe “…, que los imperiales se defendieron con
bravura” (en una posición con altura), no lo recoge la crónica escrita
personalmente por el oficial de estado mayor Grasset (ya hablaremos del oficio
de Maransín que figura como documento 278 en obra “Málaga provincia francesa
1811-1812”),
tan dado a realzar en su detallado libro cualquier acción de heroísmo del
ejército francés en la provincia de Málaga, en general, y en el Valle del
Guadalhorce, en particular. Tampoco está citado ni datado en otras obras,
claves para entender los episodios ocurridos en la provincia de Málaga. Esta
opacidad para contrastar lo que cita Mersseman, llevó al grupo de investigación
a formularse la siguiente pregunta: ¿Se libró tal “combate” en los “Caracolillos”
el 9 de julio de 1812?
El escrito de Maransín en los
acontecimientos y su espacio geográfico.
Estos son los
antecedentes: dentro de la ofensiva planificada por el general Ballesteros, en
la tarde del 8 de julio comienzan a ser atacados los puestos avanzados
franceses en Coín. Al amanecer del 9, la vanguardia del ejército español entra
en contacto directo con el grueso de la 4ª división del general Leval que cubre
Coín y sus aledaños. Apenas entablado el combate (sobre las siete de la mañana,
aproximadamente), Leval recibe a un oficial de estado mayor del mariscal Soult.
Este oficial había llegado a la una de la madrugada a Málaga (nos estamos
refiriendo pasada la primera hora del día 9), poniendo al corriente al
gobernador Maransín de las órdenes de Soult a Leval: repliegue de las unidades
bajo su mando hasta Antequera, dentro del plan general que el duque de Dalmacia
había concebido, inicialmente, para trasladarlas a Extremadura. Deseando llegar
con seguridad hasta donde estaba Leval, el correo pidió a Maransín una escolta
y éste se la otorgó, conociéndose que el grupo de jinetes llegó al amanecer a
Coín, debiendo de emplear cerca de tres horas en el trayecto, si se tienen
cuenta factores como la oscuridad de la noche y la atención a la seguridad. No
hay constancia escrita que otros jinetes-correos de Maransín llevaran
escritos a Leval en el 9 de julio, por lo que el mensaje que envió el
gobernador al jefe de la 4ª División en el citado día, bien lo debió portar el
oficial de estado mayor o alguien de la propia escolta. Acotando el tiempo
entre la llegada y salida de Málaga del correo de Soult, y a la hora que
alcanzó Coín; Maransín tuvo que firmar el escrito en la media noche,
refiriéndose a las noticias que daba en pasado, no a la mañana del 9 (que
todavía no había acontecido), sino a la del 8. El propio texto del
escrito, en su parte final, avala esta exposición, pues los datos que Maransín
aporta al jefe de la 4ª División, tienen en lo que respecta a Leval, una
coherencia informativa en la mañana del día 8, y no para los hechos que se
desarrollaron en la del 9 ¿De qué le valía a Leval que el gobernador le
informara, que en la mañana del 9 se había escuchado un cañón, cuando desde la
tarde anterior ya combatían sus puestos avanzados con las tropas de
Ballesteros, y al amanecer del 9 el combate estaba ya en su fase más intensa? Y
lo más determinante, lo recogido en el último párrafo de Maransín a Leval: “Si
sois atacado mi general…”, una apreciación que no sirve para la mañana del 9, cuando
las fuerzas de Leval combatían desde el día anterior. La traducción del citado
oficio es la siguiente:
“El
general Maransín al general Leval. Ruidos de combate cerca de Alhaurín.
Se ha
visto esta mañana un destacamento de caballería española emboscada a un cuarto
de legua del camino de Alhaurín, cerca de un lugar que se llama el Retiro, a
una legua y media de aquí. Los que pretenden oír mejor que otros, aseguran oír
el cañón y los fuegos de batallón cerca de Alhaurín. Si sois atacado, mi
general, lamentaré no haber estado del lado que nos hubiera sido, tengo el
presentimiento (o augurio), enteramente favorable.”
Es un texto que, aunque se
refiriera a hechos relativos a la mañana del día 9 de julio, en absoluto
vincula nada de lo que en él se expresa con el presumible “combate”
Mersseman. En primer lugar, por la propia entidad de los escritos entre
mandos franceses que no podían cometer errores en designación de objetivos:
Alhaurín es Alhaurín el Grande, mientras que a Alhaurín de la Torre se le denominaba
así, o bien como Alhaurinejo. Por tanto, Maransín le está hablando a Leval de
Alhaurín el Grande y no de Alhaurín de la Torre (para estas denominaciones y
estudio de los caminos que se citan en el presente artículo recomendamos el
mapa de Grasset que es una copia casi exacta del mapa del Reino de Granada de
Tomás López). Sin embargo, al referirse a la distancia de “un cuarto de legua”
en ningún momento lo hace partiendo de la localidad de Alhaurín el Grande, sino
desde un punto concreto del camino que unía este pueblo, de oeste a este, con
el Puente del Rey, bien estudiado por nuestro equipo con la ayuda de Paco
Solano. Aquí tenemos un dato interesante: desde ese punto del camino hasta
donde estaba la caballería española con entidad de destacamento (contra la que
no mereció tomar medidas desde Málaga) había un cuarto de legua, con una
referencia topográfica de la zona donde se encontraba: “cerca de un lugar que
se llama el Retiro”, indicando la distancia de la finca “a una legua y media de
aquí” (Málaga, por ser el lugar donde se firma el escrito, y con la que
coincide la medida de legua y media en distancia reducida (plano), entre los
límites del Retiro en 1812 y el exterior oeste del barrio de El Perchel en
Málaga). La noticia de haberse visto caballería española en aquel lugar situado
al este de Alhaurín de la Torre, debió de darla alguna patrulla francesa que
recorría el camino hacia Alhaurín el Grande (las misiones de estas patrullas
están citadas en otros oficios), dependiente del oficial destacado en Puente
del Rey que, como responsable del puesto de observación avanzado de Málaga
capital, dio parte a Maransín. Pero en ningún momento se indica que la noticia
partiera del pueblo de Alhaurín de la Torre.
La separación del punto y
aparte entre el primer párrafo y el segundo del mencionado oficio, marcan un
cambio de escenario de la acción, e incluso de la parte del día, esta vez hacia
Alhaurín (Alhaurín el Grande). A pesar de la tibieza de lo que expresa,
corrobora los albores del ataque de los puestos avanzados franceses el día 8 de
julio. Respecto al fuego artillero (si se produjo realmente, porque el mismo
texto admite dudas), queremos añadir que las descargas no indicaban siempre
combate y menos en la época que relatamos. La artillería solía hacer contraseñas
con uno, dos o tres disparos a guarniciones alejadas, columnas móviles,
reducidos destacamentos y patrullas, al carecerse de elementos rápidos y
eficaces de transmisiones. Pero existe un problema más, pues no se concreta si
los dudosos disparos correspondían a las piezas francesas que había en Alhaurín
el Grande, o a las fuerzas de Ballesteros. En este último caso, el disparo
convenido de una pieza en la mañana del 8 de julio la señal del inicio de la
progresión hacia Coín, tanto para las fuerzas de Ballesteros situadas al sur y
noroeste de aquella localidad (no olvidemos el término “concentración de
fuerzas en Coín”). En definitiva, contraseñas que pudieron valer a la
caballería infiltrada al norte de la sierra de Mijas que realizaba labores de reconocimiento,
intentando pasar desapercibida para ejecutar la observación (1), como bien pudo
ser el caso de la vista cerca de el Retiro, a la que se citaba
“emboscada” (escondida o camuflada).
(1) La observación y el reconocimiento en campo
enemigo eran misiones prioritarias de los grupos de jinetes que constituían los
destacamentos, rehuyendo entrar en combate, primero por lo aislados que solían
actuar del grueso de las fuerzas propias, y segundo porque caer del caballo o
perder la montura significaba ser hecho prisionero por el enemigo. Los intentos
habidos por relacionar al destacamento visto en las proximidades del Retiro,
atacando a la columna Jeannet, es desconocer las misiones de los destacamentos
de caballería en la Guerra de la Independencia, que además, en el caso que
tratamos, hubiera estado en clara desventaja al exponerse al fuego rasante de
la infantería de Jeannet (batallón del 43º), a los disparos de la artillería
que iba en la columna y, más aún, al enfrentamiento y persecución de los dragones
del 16º, unidad de élite, temida y adiestrada, para este tipo de encuentros.
Aspectos fundamentales del
repliegue de la columna Jeannet.
Exponemos ahora el repliegue de las tropas
francesas el día 9 de julio. Según Grasset: “El general Leval realizó su
retirada de manera que diese tiempo al gobernador de Málaga a trasladar al
fuerte de Gibralfaro las cajas del ejército y las riquezas más preciosas
ciudad. Con esta finalidad, mientras el grueso de sus fuerzas se encaminaba
directamente a Antequera por Almogía, el comandante ayudante Jeannet, jefe de
estado mayor de la 4ª división, se replegaba a Málaga con el 16º regimiento de
dragones, un batallón del 43º y una batería”. A tenor de lo escrito, es la
única fuerza francesa que hizo el repliegue entre Coín y Málaga el día 9 de
julio. No tenemos datos sobre el itinerario que iniciaron cerca de mediodía
hacia la capital, pero sí sabemos los caminos que habitualmente habían
transitado las columnas móviles franceses entre 1811 y 1812: Coín-Alhaurín el
Grande-camino al Puente del Rey, denominado de “herraduras”; o Coín-Alhaurín el
Grande-Cártama-camino paralelo al Guadalhorce hasta el Puente del Rey,
denominado de “ruedas”.
El “combate” Mersseman, sin una
“cicatriz” de lucha, refleja lo que no ocurrió.
Los dragones eran la fuerza
idónea para proteger un repliegue. Desarrollaban su misión a retaguardia y
vanguardia, gracias a la movilidad que les daba ir caballo y su buen
adiestramiento para hacer fuego con los mosquetes, en formaciones de a pie o
sobre sus monturas. Sin embargo, Grasset no cita que en aquel 9 de julio se
batieran en extrema retaguardia con fuerzas regulares españolas durante el
repliegue, ni que lo hicieran las formaciones en guerrilla de la infantería,
cuyo grueso marchaba en columna, y menos que los franceses se vieran, obligados
a utilizar los cañones. Tampoco que aquella tropa estuviera forzada en su
recorrido hasta el Puente del Rey a mantener un fuerte combate en una posición
determinada, citando solamente que entraron en Málaga “a las 7 de la tarde del
9 de julio”. De haberse dado el combate de la entidad que cita Mersseman,
hubiera habido heridos o muertos en la columna Jeannet, encuentro armado y
bajas que Grasset no recoge en su libro, escrito con el rigor de un auténtico
diario de operaciones, con referencias para propuestas de ascensos a los
distinguidos, condecoraciones, depuración de responsabilidades, destinos, etc.
Y las preguntas se acumulan ¿Qué clase de “combate” o entidad tiene lo de los “Caracolillos”
donde no se registra ninguna baja por ambos bandos? ¿Cómo no hay bajas en una
lucha donde Mersseman cita un asalto a la bayoneta (fase álgida de cualquier
combate al llegarse al cuerpo a cuerpo), a una posición en la que el enemigo la
“defiende con bravura”? ¿Dónde están recogidos los distinguidos franceses en la
defensa de la “posición Caracolillos”? ¿Dónde está la orden de Ballesteros de
mandar una vanguardia que persiguiera y atacara a la tropa de Jeannet por el
término municipal de Alhaurín de la Torre en el día 9 de julio?
Los “Caracolillos”: aspectos topográficos. El lugar menos idóneo
para efectuar una retirada.
Lógicamente, no conocimos los
“Caracolillos” en la época de la Guerra de la Independencia, pero los más
mayores sí pueden recordar como eran en los años cuarenta, cincuenta y sesenta
del siglo XX, cuando pasarlos en el autocar de línea, su desnivel sobre las
Barrancas producía, a veces, cierto vértigo. Esto nos da una idea de lo
calamitoso que tuvo que ser su paso en 1812, con grandes carencias, sin apenas
anchura ni fortaleza en el firme que, al menos, alcanzó en el siglo XX. El
serpenteo en zigzag del camino al borde del espolón rocoso, enfilaba al sur
hacia el paso que entonces existía, y que superaba la quebrada por la que
transcurre el arroyo del Madroño (respecto a la antigüedad del puentecillo que
ya no está en servicio y la de la “cornisa” recta, hay un estudio aparte que,
por su extensión, no se puede recoger aquí), encarándose la bajada hacia el
farallón de la estribación norte de la Sierra de Mijas que allí mismo se
levantaba en vertical. Precisamente, desde esa altura (no olvidemos que los
guerrilleros se habían infiltrado algunas veces por esa zona), se podía batir
perfectamente y con ventaja, tanto de frente como de flanco, cualquier columna
que bajara por los “Caracolillos, y más colocando algún obstáculo en el
estrecho camino. Por eso los franceses lo evitaron siempre durante la
ocupación, y más en la retirada, cuando ninguna prioridad de su misión ni
condicionamiento alguno les obligó a transitar por tan angosto paso. Además, no
se puede perder de vista quien iba al frente de la columna. Jeannet era un
comandante de estado mayor con experiencia en la guerra peninsular y con
órdenes concretas en su misión. En aquel repliegue tuvo expedito el camino directo
de Alhaurín el Grande a Puente del Rey, que le otorgaba seguridad y comodidad
de movimientos a su tropa, así como el adecuado traslado de la impedimenta del
transporte de la artillería. Además, en el caso de un ataque, el terreno le brindaba
la ventaja de ver a las tropas españolas a distancia. Corrobora lo anterior un
dato más: los mandos franceses no cometieron errores estratégicos y tácticos en
esta parte del Valle del Guadalhorce, a diferencia de lo que ocurrió en la
Serranía de Ronda.