Vertiente norte del puerto de Somosierra. A la derecha, la
antigua carretera general. A la izquierda, la autovía del norte y, medio tapado
por el modificador terraplén de ésta y a la izquierda de la vaguada, el antiguo
camino real, por donde cargó la caballería polaca el 30 de noviembre de 1808.
Nuestro compañero Esteban Alcántara junto a la
ermita de Nuestra Señora de la Soledad, en la cima del puerto de Somosierra. Al
estar situada muy próxima a ella la cuarta batería española, la ermita fue
testigo directo de la última fase de los combates.
Para “desatascar” el cierre del camino real por las
cuatro baterías escalonadas dispuestas por el
general Benito San Juan, Napoleón recurrió a los jinetes de la Guardia
de Honor polaca, tocándole la vanguardia del ataque al 3º Escuadrón. Su jefe, Kocietulski,
se lanzó cuesta arriba con la 3ª y 7ª compañías en formación de a cuatro, que
era lo que daba de sí la anchura del camino. Los polacos tuvieron en total, 54
muertos y heridos muy graves, pero el paso quedó abierto para los franceses en
dirección a Madrid.
Nuestra compañera
Flori Sastre, en el inicio del descenso del puerto de Somosierra, hacia el sur.
Por aquí se inició la desbandada de las tropas españolas perseguidas de cerca
por los franceses. El paso de Somosierra quedó definitivamente perdido.
Según la tradición, en esta gran casona próxima a la iglesia
de Somosierra, donde hoy vive en ella el cura párroco del pueblo; se alojó el
general español, Benito San Juan, que con sus escasas tropas tuvo la
responsabilidad de frenar al poderoso ejército que mandaba el propio Napoleón. Hoy,
en su entrada derecha, alberga un pequeño, perro interesante museo, fruto de la
afición y tesón del actual párroco, que
suple perfectamente la carencia de un centro de interpretación, de carácter
oficial.
EL CUIDADO MUSEO DEL CURA PÁRROCO DE SOMOSIERRA