EL CASTILLO DE ALMOGÍA DESTRUIDO POR LA PÓLVORA FRANCESA


En el Bicentenario de su voladura, una comisión de investigación de nuestro colectivo se trasladó hasta Almogía, para estudiar la destrucción de su fortaleza medieval a manos de los franceses, en 1812, acompañados mientras permanecimos allí por algunos miembros del Ayuntamiento.


               La palabra Almogía proviene de Al-mexía, que significa “la del linaje de los mexíes”. La fortaleza, musulmana en un principio, fue residencia de alcaides cristianos a partir de finales del siglo XV, reforzándose sus bastiones. En total el castillo tenía siete torres, siendo la más poderosa la de la Vela, situada al norte. El hecho de que esa gran torre no se encontrara exenta en el centro de la fortaleza, y sí cerrando el ángulo norte, nos revela su origen nazarita. Su planta fue la de un polígono irregular que se ajustaba a las circunstancias topográficas del montículo en el que el castillo se levantaba. El área que estaba delimitada por el recinto debía rondar los novecientos metros cuadrados. Según el informe de López de Chaves, en 1592 la fortaleza estaba muy deteriorada, pues había sufrido los efectos de un terremoto. Restaurado, las tropas francesas ocuparon el castillo para controlar el camino de Antequera. En 1812, prevista la marcha de los napoleónicos, estos lo volaron para que no fuera utilizado por los españoles. Pese a que los efectos de la voladura fueron desastrosos, parte de la Torre de al Vela aguantó por la fortaleza de su construcción. Sin embargo, el tiempo y el expolio recibido (no son pocas las casas de alrededor tomaron piedras del castillo para su construcción), hicieron que también la Torre de la Vela quedará todavía en una mayor precariedad, lo que llevó en los años veinte del siglo XX, a que las autores mandaran la demolición de la mitad superior del bastión, con el aspecto que ahora tiene.
           En una de las actas firmadas por ese gran maestro que fue Vicente Andrade, figura que la gran campana de la Torre de la Vela del castillo, fue trasladada a Málaga en 1568, colocándose en la parte superior de la torre de Puerta del Mar. En la ilustre  memoria, de Andrade, la Biblioteca Pública de Almogía hoy lleva merecidamente su nombre y apellido.