Segovia,
jefe de una partida de bandoleros, sorprendió en un desfiladero de Algarrobo al
destacamento francés del capitán Ricart (58º Regimiento de Línea), el 23 de septiembre
de 1811. En el ataque los franceses tuvieron 14 bajas, huyendo el resto hacia
la costa. Poco después, se presentó con fuerzas superiores el comandante
Bellanger, que amenazó con quemar al pueblo. El alcalde suplicó que le
permitiera solicitar “un indulto” al gobernador militar de Málaga, Maransín.
Ballenger cedió y un jinete partió raudo.
Lo hizo un joven caballista llamado Sebastián, que en una veloz cabalgada
consiguió el indulto.